Las Huellas De Los Dioses Parte I
Malinterpretando los inicios de la cartografía moderna
por Keith Fitzpatrick-Matthews para su blog badarchaeology
Graham Hancock comienza su búsqueda del principio y el fin con ese viejo cuento de los arqueólogos alternativos: el mapa de Piri Reis de 1513. Citando una carta de "Mapas de los Reyes Antiguos reyes del mar” (Chilton Books, 1966) de Charles Hapgood, acepta la opinión de Harold Z. Ohlmeyer (1919-2010), un coronel del octavo Escuadrón de Reconocimiento Técnico de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, de que el mapa representa al África Occidental, la América del Sur y la costa de la Tierra de la Reina Maud (Queen Maud Land), en la Antártida. Esta es una afirmación discutible, como veremos más adelante, pero es la declaración de Ohlmeyer de que la costa de la Antártida se muestra como se vería libre de hielo, lo que forma el punto de partida del análisis de Hancock.
Para Hancock, la aparente representación de la Tierra de la Reina Maud planteó una serie de preguntas. Él se centra en lo que considera los seis factores clave del caso. En primer lugar, no hay duda de que el mapa de Piri Reis es realmente un manuscrito genuino de 1513. En segundo lugar, que muestra precisamente las masas de tierra que el coronel Ohlmeyer afirma. En tercer lugar, que Piri no podía haber escuchado de sus contemporáneos sobre la Tierra de la Reina Maud, ya que la Antártida aún no se había descubierto (la fecha oficial de descubrimiento de 1818 que citó puede ser algo tardía, pero probablemente no demasiado). En cuarto lugar está la incógnita de que la Tierra de la Reina Maud se muestra libre de hielo; Hancock afirma que la última vez que esto pudo haber pasado fue alrededor del año 4000 aC. En quinto lugar, afirma que aunque es imposible determinar la fecha más antigua en que la costa pudo haber sido mapeada, nos dice que “pudo haber permanecido en una condición estable sin glaciares por al menos 9,000 años antes de haber sido tragada por la capa de hielo en expansión”. Por último, señala correctamente, que no sabemos de la existencia de alguna civilización que pudiera haber trazado la línea de costa en el periodo en el que afirma que era libre de hielo.
Entonces, esto es lo que Hancock considera como el cuerpo del delito y lo que puso en marcha su búsqueda. La premisa de las "Huellas de los Dioses" procede de la suposición de que los seis factores clave son hechos reales y no están abiertos a cuestionamiento.
Seis hechos de Hancock sobre el mapa de Piri Re 'is
En primer lugar, Hancock tiene razón al subrayar la autenticidad del mapa. Redescubierto en 1929, el mapa se volvió famoso de manera inmediata, entre otras cosas porque alegó que una de sus fuentes era un mapa producido por el explorador genovés Cristoforo Colombo (mejor conocido en el mundo de habla hispana como Cristóbal Colón), cuyos mapas están notoriamente perdidos. Este era el mapa más antiguo conocido sobre sus descubrimientos de hacía apenas veinte años y de los que siguieron después. En su día, Piri fue un renombrado cartógrafo y sus mapas, que se le conocían antes de 1929, son bellos logros. Nadie podría plantear serias objeciones al mapa.
Una vista por satélite de la Antártida
con el hielo marino retirado:
La Tierra de la Reina Maud es la
protuberancia en la parte superior
Sin embargo, entramos en terrenos muy resbaladizos al tratar de determinar qué partes del mundo están representadas realmente en el mapa. África Occidental y la Península Ibérica son fácilmente reconocibles; lo que no está tan claro es lo que Piri denomina "la región occidental". Su lista de fuentes para esta parte del mapa muestra que se basó en una sola fuente, una copia del mapa creado por (o por lo menos atribuido a) Colón. Mientras por una parte combinó una serie de mapas para producir las fácilmente reconocibles líneas costeras de África e Iberia, por la otra dependió de la exactitud del único mapa con la representación del Nuevo Mundo que tenía a su disposición.
Es lamentable que Hancock no investigara más sobre el mapa, y eligiera confiar en las ideas de Charles Hapgood sobre su precisión y la evaluación de lo que se muestra como "la región occidental". Podría, por ejemplo, haber consultado las obras relacionadas con los textos en el mapa, las cuales muestran los nombres de lugares que se pueden identificar hoy y que describen el clima y la fauna de las regiones recientemente descubiertas. Gregory McIntosh, en su libro "El mapa de Piri Reis de 1513" (University of Georgia Press, 2000) denuncia a Hapgood y a otros por no tomar nota de los nombres de lugares y basar sus conclusiones sólo en la semejanza de las franjas de litoral con la de los mapas modernos. Esta no es una forma legítima de investigar un documento histórico. Tan sólo los topónimos son suficientes para demostrar que el lugar más meridional representado en el mapa es Puerto San Julián en Argentina.
Sin embargo, Hancock acepta de manera acrítica las identificaciones de los lugares realizadas por Charles Hapgood y asume que la parte inferior del mapa muestra la “Tierra de la Reina Maud”. Está en lo correcto al asumir que Piri no podia haber sabido de la Antártica por sus contemporáneos pero como el mapa no lo prueba, este "hecho" puede ser eliminado de la lista. Teniendo en cuenta que la Tierra de la Reina Maud no está representada, el que la costa esté libre de hielo no debe preocuparnos. Sin embargo, ¿podría Hancock estar en lo correcto en darnos la fecha de un periodo en que la Tierra de la Reina Maud podría haber estado libre de hielo para que pudieran haberla mapeada marineros humanos (y no los extraterrestres de Daniken)?
Se han extraído numerosos núcleos de hielo de los hielos antárticos, que muestran que el continente ha tenido una cubierta completa de hielo desde los años 40,000 hasta el 6,000 antes del presente y entre el 21,000 y 16,000 aC, hubo un máximo desarrollo de la capa de hielo, que corresponde con el pico de la glaciación Devensiana en Gran Bretaña, sin que las líneas costeras estuvieran expuestas después de la máxima glaciación. En efecto, es evidente que la última vez que la Antártida estuvo libre de hielo fue hace 34 millones de años, mucho antes de la evolución del género Homo, por no hablar de los humanos modernos. Por lo tanto, ninguna civilización humana podría haber mapeado una costa libre de hielo.
Capítulo 2: los otros mapas
Hancock no se detiene con el mapa de Piri Reis, a pesar de que, como hemos visto, no muestra lo que él cree que muestra (o, tal vez, lo que desea que muestre). Siguiendo a Hapgood, se vuelve hacia otros de los primeros mapas modernos que muestran un continente antártico. Para esto, se basa enteramente en Hapgood, incluso en sus datos sobre la historia climática del continente que para la década de 1990 ya eran irremediablemente obsoletos: con excepción de tres de las treinta y tres notas de pie de página de este capítulo, están tomados de "Mapas de los antiguos Reyes Marinos". Esto simplemente da la apariencia de erudición, pero no es real.
El mapa de Orontius Finaeus (Hapgood y sus
seguidores siempre deletrean el nombre como Oronteus)
Hancock nos presenta el mapa de Orontius Finaeus Delphinus de 1531 con su enorme "TERRA AVSTRALIS Recentra inuenta sed nond? plene cognita". Al igual que con el mapa de Piri Reis, él decide ignorar el letrero escrito en la masa de tierra que en la pequeña reproducción de su libro está (¿convenientemente?) ilegible. El letrero en Inglés dice "La tierra meridional recientemente descubierta, pero que aún no se conoce totalmente". ¿Admite esto la posibilidad de que Finaeus estuviera copiando un mapa más antiguo con una Antártida sin hielo? Ciertamente no se puede interpretar de esta manera. Sin embargo, Hapgood, y con él Hancock, estaba impresionado por la representación de los ríos y esteros que desembocan en el Mar de Ross. Ingenuamente, Hancock dice que "estas características implican de manera inequívoca que no había hielo en el mar de Ross o en sus costas cuando se hicieron los mapas originales utilizados por Oronteus Finaeus". Claramente, en su mundo, ningún cartógrafo moderno alguna vez llenó los detalles de áreas inexploradas con detalles inventados, ni siquiera en un continente "aún no completamente conocido".
¿Y cuáles eran esos mapas que Finaeus olvidó mencionar como fuentes? Si Hancock (o Hapgood antes que él) se hubiera tomado la molestia de leer (o hacer traducir el texto en la parte central inferior del mapa), habría visto que Finaeus específicamente dice que él está representando: "Prouintias, Insulas, Maria, Flumina, Montes, hactenus non uisa, neque Ptolomeo, neque Eudoxo, neque Eratosteni, aut Macrobio cognita, sed que in tenebris in hunc usque diem iacuerunt" ("Provincias, Islas, mares, ríos, montañas que no han sido vistas, ni conocidas por Ptolomeo, ni Eudoxo, ni Eratóstenes o Macrobio, pero que habían permanecido en las sombras hasta el día de hoy"). En otras palabras, estos son los descubrimientos recientes de los que los antiguos no sabían nada: no había mapas de ellos.
El mapa de Orontius Finaeus (Hapgood y sus
seguidores siempre deletrean el nombre como Oronteus)
Hancock (siguiendo a Hapgood, como siempre) continúa ahora con Gerhard Kremer (mejor conocido como Gerhardus Mercator), cuyo Atlas de 1569 incluye el mapa de la Terra Australis de Finaeus. Él utilizó el mapa de Finaeus como base para sus propias representaciones del continente, pero incorporó los descubrimientos más recientes. Por lo tanto, la Tierra del Fuego en el extremo meridional de América del Sur se muestra como un promontorio septentrional de Terra Australis, el promontorio al sur de Iaua Menor (Java) parece ser la tierra de Arnhem (Australia), dibujada muy desplazada hacia el oeste; otro promontorio, al sur de Noua Guinea (Nueva Guinea) es la Península de Cabo York (Australia). Mercator está incorporando las tierras recientemente descubiertas y que hipotéticamente suponía debían ser parte de un enorme continente en el Polo Sur que sería necesario para equilibrar la superficie terrestre del hemisferio norte y poder mantener la tierra en posición vertical. Una vez más, a pesar de la confiada afirmación de Hapgood de que "Mercator tenía a su disposición otros mapas fuente distintos de los utilizadas por Oronteus Finaeus", no hay ninguna evidencia de que esos mapas existieran.
El cuarto mapa es el más reciente: el mapa de Philippe Buache. Una vez más, nos enfrentamos a la falta de voluntad del autor de realmente ocuparse del mapa real. El mapa contiene una gran cantidad de texto con las palabras "conjecturée" (conjeturadas) y" soupçonnée" (se sospecha) que aparecen numerosas veces en el continente sur. De mayor interés, sin embargo, es el largo relato del viaje de Jean-Baptiste Charles Bouvet de Lozier (1704-1786) hacia el sur, que duró del 19 de julio de 1730 hasta junio de 1739.
Carte des Terres Australes de Philippe Buache
(segunda versión, c 1757, de la Biblioteca del Congreso)
Esto socava instantáneamente la fecha de 1737 que Hancock propone para la publicación del mapa, de hecho, el mapa en sí contiene la fecha de publicación del 5 de septiembre de 1739. Por supuesto, el error originalmente fue cometido por Charles Hapgood: Hancock (o sus investigadores) simplemente copiaron este error sin comprobarlo.
Hapgood intenta resaltar el hecho de que la versión del mapa que él consultó en la Librería del Congreso muestra al continente Antártico compuesto por dos masas de tierra separadas, con un mar entre ellos. Sin importar que tenga la etiqueta MER GLAICIALE Conjecturée ("Mar Glacial asumido"): Hapgood asume que muestra al continente libre de hielo. Sin embargo, sabemos la razón por la que Philippe Buache muestra este mar. Esta versión del mapa parece ser una segunda edición, publicada alrededor de 1757 (aunque la fecha de publicación en él no fue modificada), en donde adaptó sus ideas sobre el continente sur de acuerdo a sus hipótesis más recientes, como las publicó en 1781 en "Considérations géographiques sur les Terres Australes et antarctiques". Había llegado a la conclusión (que resultó ser errónea) de que los icebergs vistos por Bouvet de Lozier en 1738-9 debían derivar de hielo marino, como los de el Océano ártico y no de hielo glacial, como los del Atlántico norte. Por lo tanto, decidió añadir un supuesto mar a través del polo para poderlo explicar.
La versión original del mapa de Buache (1739)
es mucho más vaga sobre el tamaño y
la forma del continente antártico
Sin embargo, en la primera edición del mapa (que ni Hancock ni Hapgood reproducen), no hay ningún mar Glacial. En cambio, el continente antártico se representa como una sola masa de tierra. La inclusión de la Nouvelle Zelande (Nueva Zelandia) como un promontorio norte del continente, así como de Bouvet de Lozier Cap de la Circoncision (en realidad una isla, ahora llamada Isla Bouvet honor a su descubridor involuntario) y un cabo atribuido a una observación de Amerigo Vespucci que parece corresponder en posición de las Islas Sandwich del Sur muestran que las fuentes de Buache no eran mapas antiguos, sino los primero viajes modernos de descubrimiento. Su descripción de las tierras al suroeste de Tierra del Fuego y el sur del Cabo de Hornos, que no corresponden a ninguna isla conocida, muestra que algunas de las observaciones en las que se basó eran inexactas. Cabe señalar que las partes del continente para las que se basó en descubrimientos reportados esta sombreada en rosa, el resto, que abarca más del 90% del mapa, son sólo conjeturas.
El argumento que presentó por primera vez Hapgood y que fue repetido ansiosamente por Hanckok de que estos cuatro mapas no sólo muestran una Antártida libre de hielo sino que también coinciden con los descubrimientos de la topografía subglacial de la Antártida obtenidos las expediciones realizadas durante el el Año Geofísico Internacional (en realidad del 1 de julio 1957 al 31 de diciembre de 1958) es imposible considerarlo como prueba.
Comparación de Hancock de los mapas de
Mercator, Orontius Finaeus y de Philippe Buache
de la Terra Australis con los resultados
de los datos sísmicos 1957-8:
difícilmente se le puede llamar impresionante.
Para empezar, la "línea de costa" determinada en ese momento muestra en donde estaría el nivel del mar si el hielo fuera eliminado repentinamente. Esto pasa por alto varios factores. En primer lugar, el contorno que corresponde a los modernos niveles del mar es el de una masa que experimenta una depresión isostática. En otras palabras, el peso de la capa de hielo está empujando hacia abajo la placa continental sobre la que se asienta la Antártida, sumergiendo el contorno que correspondería a su costa antes de la formación del hielo. Retire el hielo y el continente rebotaría a su nivel como resultado del levantamiento isostático, este es un fenómeno bien conocido y puede observarse en las partes del hemisferio norte que estaban deprimidas bajo la expandida capa de hielo del Ártico durante la edad de hielo del Pleistoceno, lo cual sigue sucediendo. En segundo lugar, Hancock utiliza los datos de la década de 1950 como una base para la comparación con los primeros mapas modernos. Esto se debe a que depende completamente de los datos de Hapgood: no ha realizado más investigaciones sobre la cuestión. Mapas más recientes muestran una topografía subglacial sustancialmente diferente a la de su figura en la página 21 de su primera edición de bolsillo. Peor aún, existe poca correspondencia entre los datos de 1950 y los mapas históricos que Hapgood afirma que son tan precisos.
Una visión más reciente de la topografía subglacial de la Antártida (Fuente)
Capítulo 3: divagaciones sobre la longitud
En el capítulo final de la primera parte, Graham Hancock está impresionado - y me parece que con toda razón - de la precisión relativa con la que Piri Reis coloca Sudamérica hasta el oeste de África: su determinación de la anchura del Océano Atlántico Sur era muy buena. Los datos sobre la costa norte de América del Sur están distorsionados por los prejuicios de Colón, de manera que Cuba se muestra como parte de la masa continental occidental y, de hecho, Colón estaba tan paranoico por no haber descubierto una vía rápida hacia el este de Asia, que obligó a su tripulación firmar declaraciones juradas en el sentido de que Cuba era una península asiática, una creencia que mantuvo hasta su muerte: ¡vaya con el glorioso descubridor del nuevo mundo!
Mapa de Edward Wright "para navegar a
las Islas de Azores" (C 1595),
cubierto por las líneas de rumbo ( loxodrome)
Hancock logra convencerse de que la única forma de determinar la longitud es mediante el uso de un cronómetro. Como el primer cronómetro fue desarrollado por John Harrison (1693-1776) en el siglo XVIII, él no puede entender cómo Piri (y los demás primeros cartógrafos) fueron capaces de dibujar mapas precisos. La respuesta, por supuesto, es una técnica que ha sido ampliamente utilizada desde la antigüedad: la triangulación. El mapa de Piri está cubierto de las líneas de rumbo (o loxodromos) que irradian de símbolos que parecen brújulas en el océano. Tales líneas representan ayudas a la navegación que se podían utilizar para estimar la longitud dentro de un grado razonable de tolerancia, siempre y cuando el marinero fuera capaz de estimar la velocidad y el rumbo. El problema de calcular la longitud era muy conocido en el mundo medieval (de hecho, ese factor contribuyó el autoengaño de Colón de que Cuba era un promontorio de Asia hasta ese momento desconocido), pero la técnica de la navegación por el rumbo era lo suficientemente buena para que se pudieran trazar mapas razonablemente precisos. Lejos de ser evidencia de "los matemáticos perdidos", estos mapas muestran cómo el ingenio de los marineros de finales del medievo y de los primeros marinos modernos les permitió producir mapas viables del mundo conocido.
Así termina la parte I, de manera similar a la pólvora húmeda. Más aún, la idea de que estos mapas representan un acertijo que hay que resolver -la representación de una Antártida libre de hielo- es falsa. La premisa de toda la búsqueda de Graham Hancock es igualmente falsa. Yo podría detener el análisis de las "Huellas de los Dioses" aquí, pero un fanático leal de Hancock podria insistir en que incluso si los mapas de Hancock no muestran lo que él pretende, en cambio su otra evidencia podria apuntar a la existencia de una "Civilización perdida": No sería la primera vez que una conclusión correcta se obtiene partiendo de premisas falsas. Existen algunos paralelismos interesantes con "Carruajes de los dioses" que quiero explorar ...
Conclusión: "El Misterio de los Mapas" desmitificado
Una de las observaciones más obvias acerca de la Parte I de las "Huellas de los Dioses" es que Graham Hancock depende totalmente de las afirmaciones insostenibles hechas por Charles Hapgood sobre los primeros mapas modernos. Él (o sus investigadores), o bien no han consultado a las obras académicas sobre la historia de la cartografía, las cuales son bastantes, o han optado por no mencionar sus conclusiones sobre estos mapas. Nos enfrentamos a una ignorancia inexcusable sobre cómo realizar una investigación adecuada del pasado, a la creencia ingenua de que es posible confiar en una sola interpretación de la evidencia, a un fracaso para establecer una hipótesis mostrando como esta pudiera explicar los datos mejor que las hipótesis existentes o a una deliberada supresión de la evidencia que pudiera contradecir su hipótesis. Por supuesto, bien podría ser una combinación todos lo anterior. En cualquier caso, el resultado es que la Parte I del libro de Hancock no es un examen académico de los primeros mapas modernos, sino un examen tendencioso que intenta dar la impresión de un trabajo académico a lectores incautos para hacerles creer que es un trabajo bien investigado debido a todas esas notas de pie de página.
Como acotación al margen, cabe lamentarse por el coronel Ohlmeyer que, a decir de todos, era un oficial de la USAF modelo, bajo cuyo mando era un placer servir y en general era un buen ser humano: una búsqueda en Google sobre él devuelve actualmente más de 5.600 resultados, casi todas hacen referencia a la carta que le envió a Charles Hapgood en 1960. Ciertamente merece ser recordado por algo mejor que eso.